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E-learning: ¿quién es el cliente?

"Las empresas españolas dedicadas a impartir formación a través de Internet facturarán este año 4.000 millones de pesetas … Las previsiones apuntan que la facturación seguirá creciendo en los próximos años y se situará en el 2003 en torno a los 20.000 millones de pesetas, cinco veces más que este año". *Este era uno de los resultados de un informe que hacía público hace unos días la Corporate e-learning Alliance.

Sin embargo, a pesar de la ola de optimismo que parece abordarnos y a las buenas previsiones sobre la aplicación de Internet al sector de la formación, deberíamos hacer una reflexión y analizar los datos desde otro enfoque para ofrecer una visión más ajustada de la situación actual.
Para empezar, sería interesante preguntarse por el público objetivo que demanda esta modalidad formativa: ¿Empresas o consumidores? ¿Quién es el cliente en realidad?"

Lo cierto es que en el último año han sido muchas las empresas que se han interesado por el e-learning, y algunas de ellas ya disponen de su propio Campus o Aula Virtual donde colgar los contenidos y facilitar la actividad docente. Y es que éstas han encontrado una motivación extra para adoptar estos nuevos modelos de aprendizaje: la reducción de costes.
No olvidemos que nos encontramos en un momento en el que la situación económica recomienda especialmente el control presupuestario, por lo que es bien recibido el ahorro de tiempo y de desplazamientos que supone la formación on line.

Ahora bien, ¿qué pasa con el mercado más amplio que es el del consumidor final? En este caso la situación es bien distinta. Por diversos motivos el e-learning no ha tenido la acogida que los profesionales del sector esperamos, aunque son claras las ventajas que comporta (el ya gastado eslogan "donde quieras y cuando quieras") y a pesar del gran esfuerzo de algunos, incluso realizando cursos que no llegan al mínimo de alumnos aconsejado para cubrir los costes.

No hace mucho que Internet se ha implantado y ya se van superando algunos de los obstáculos que limitaban la demanda no únicamente de formación on line sino de cualquiera de los servicios que encontramos en la Red, como por ejemplo la velocidad de acceso a la información. Además, la irrupción de proveedores que han facilitado la conexión gratuita ha sido crucial para que muchas personas se decidieran a probarlo, lo cual ha provocado un aumento considerable en el número de usuarios.

Podemos apuntar algunos factores que merecen especial atención, cuya mejora sea posiblemente la clave que impulse definitivamente la formación on line entre el público consumidor final:

Potenciar el sentido de comunidad

Las herramientas que presenta Internet facilitan la comunicación entre alumnos, las consultas a los profesores y el desarrollo de actividades en equipo. Sin embargo, la falta de Tecnología Educativa en ocasiones, así como la escasez de recursos o no disponer de una metodología consolidada, provoca que hoy todavía nos encontremos casos como el de un centro de formación a distancia de reconocido prestigio, el cual mostraba su satisfacción cuando un 60% de sus alumnos había entrado alguna vez al Campus Virtual.

Reducir el contenido gratuito

Ya van apareciendo algunas empresas que, dando valor a su trabajo, aplican tarifas sobre sus contenidos en Internet (lamentablemente muchos usuarios prefieren buscar una fuente alternativa gratuita entre las muchas que existen, aunque el contenido sea de inferior calidad en la mayoría de ocasiones).

Mejorar la calidad en el contenido

Este es un problema de difícil solución, pues la creación de contenido interactivo que tenga un buen diseño pedagógico y un desarrollo gráfico atractivo supone un coste que las grandes empresas pueden asumir (es amortizable en función del número de trabajadores a formar). Pero en cambio, los centros de formación no siempre se puede garantizar un mínimo de alumnos que cubran el presupuesto de desarrollo de un buen material didáctico. Además, los usuarios no acaban de entender cómo un curso a distancia puede tener un precio de matrícula similar a un curso presencial, sin pensar que, si bien contemplamos el ahorro de las aulas, se mantiene el coste del profesorado y se incorpora la creación del material didáctico y sus posteriores actualizaciones.

Titulación

Experiencias poco afortunadas sumadas a la falta de reconocimiento de la formación a distancia tradicional han limitado en ocasiones el acceso a un curso on line. La irrupción de centros de prestigio y la posibilidad de desarrollar actividades en grupo, adquiriendo no sólo conocimientos sino también actitudes y habilidades a partir de la formación, ha de mejorar este aspecto.

Seguridad en el pago

Si bien se ha avanzado mucho en lo referente a seguridad en las transacciones, y por mucho que se nos diga que el pago por Internet es más seguro que dejar nuestra tarjeta a un camarero, no podemos estar tranquilos cuando aparecen noticias como la de la Unión de Consumidores de la Comunitat Valenciana, cuyo reciente estudio sobre 7.000 personas concluye informándonos que: "el 90% de los internautas españoles cree que la red no es segura".

Aunque las previsiones son optimistas es largo el camino que queda por recorrer. La formación on line en nuestro país se encuentra en su fase inicial y desgraciadamente sólo podemos influir directamente sobre algunos de los puntos anteriores.

Por ejemplo, nos encontramos organizaciones como la Escuela Virtual de Empresa o la UOC-Universidad Virtual que ofrecen un contenido actualizado constantemente y que ha de pasar varios filtros de calidad durante el proceso de creación de cada curso o que ha entendido que la implantación de un sistema de formación on line no ha estar reñido con la formación presencial, a través de sus Masters, sino que en función de las necesidades del usuario es conveniente plantearse el desarrollo de planes de formación mixtos, que combinan fases presenciales con actividades y seguimiento de los alumnos a través de un Campus Virtual.

Incluso algunas punto.com, se atreven a cobrar por sus contenidos, y es que nos estábamos malacostumbrando al "todo gratis" o "free".

Aún así, existen barreras psicológicas que sólo podremos salvar a partir del trabajo continuo y el no escatimar esfuerzos para garantizar un alto nivel de calidad tanto en el producto como en el servicio. Tenemos que acostumbrarnos a que el contenido en Internet requiere un esfuerzo en desarrollo que no se compensa con la publicidad (¿alguna vez se cubrieron los costes por medio de banners?), a la par que debemos adquirir la cultura de realizar pagos por Internet como en su día lo hicimos con la tarjeta de crédito.


 

Toni Ramos Medina
Director de Proyectos UOC Empresas

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