FORMACIÓN PARA EL SIGLO XXI
¿Convencional, a distancia u On-line?
"Si tuviéramos que buscar un adjetivo que calificara
la sociedad actual probablemente pensaríamos en: Cambiante".
Este podría ser el inicio de cualquier artículo
que valorara la incidencia de las nuevas tecnologías
en nuestra sociedad. Evidentemente esta realidad tiene una
doble lectura, y es que si bien no nos queda otro remedio
que formarnos continuamente si queremos evitar quedar relegados
a un segundo término "por no decir anticuados".
Pero seguramente es el sector de la formación uno
de los principales beneficiados de los avances tecnológicos
que se experimentan , y aquí merece especial mención
la aplicación de Internet.
En la mente de todos están aquellos programas de formación
de tipo "enciclopédico" en los cuales los
interesados reciben unos volúmenes para estudiar y
disponen de un simple número de teléfono a través
del cual consultan a un profesor unas horas determinadas.
Pero ¿cuántas veces nos hemos preguntados por
el porcentaje de personas que compran un curso de este tipo
y finalmente lo acaban? Y es que junto con la necesidad de
una gran fuerza de voluntad y autodisciplina hemos de añadir
la mayor carencia de todas: ¡Compañeros!
En este sentido, Internet nos ofrece la posibilidad de corregir
las deficiencias de la formación a distancia tradicional,
poniendo a nuestra disposición diversos medios de comunicación
que posibilitan incluso crear grupos de trabajo. Esto sin
apuntar las ya "gastadas" ventajas del tipo: flexibilidad
de horarios, estudio desde el propio lugar de trabajo o desde
nuestro domicilio, etc. que parecen de por sí obvias
al hablar de formación a distancia (on line)... o "sin
distancias", si atendemos a artículos como el
de Jorge Rey Valzacchi publicado en la revista Horizonte Educativo
(versión digital):
"la educación a distancia se produce cuando,
en una clase magistral en un auditorio con 200 alumnos, un
alumno sentado al final del salón ve al profesor así
de chiquito (mientras con los dedos reflejaba la situación);
o cuando un profesor corrige un examen de alguien a quien
no identifica; o cuando un alumno promociona una materia con
sólo presentarse al examen final; o ..."
Y es precisamente en el desarrollo de las actividades en
grupo es donde se debe dedicar mayor esfuerzo en la actualidad.
Desde hace poco más de un año hemos sido espectadores
de la aparición de multitud de "Campus Virtuales",
de ofertas formativas on line, pero ¿qué es
un programa de formación on line? Aunque a mí
particularmente me gusta responder a la pregunta: ¿qué
no ha de ser un programa de formación on line?
Desde luego hemos de huir de programas que reproducen material
ya utilizado en formación presencial o de aquellos
otros que reproducen libros en la web (con mayor o menor gracia
gráfica y/o interactividad). Tampoco sirve de mucho
desarrollar un "Campus Virtual" que únicamente
sirve para alardear de disponer de tecnología punta
si no la sabemos aprovechar.
Normalmente, y pensando ahora en cualquier ámbito,
la tecnología va un poco más rápido que
su aplicación, lo cual es lógico por otro lado,
pero deberíamos ser un poco más creativos, no
podemos abordar nuevos retos siguiendo paradigmas caducos
o reproduciendo modelos de formación en un nuevo medio.
Y aquí no digo que tengamos que desechar el modelo
de formación a distancia tradicional (aún hay
público necesitado de este tipo de ofertas), pero sí
queda claro que debemos hacer frente a los nuevos requerimientos
de nuestros alumnos y aportar valor añadido a nuestros
programas.
Es por ello que debemos preocuparnos de idear nuevos tipos
de actividades que faciliten el intercambio de información,
la colaboración y el desarrollo de equipos de trabajo.
A todos nos gusta sentirnos miembros de un proyecto común,
conocer a gente con expectativas y problemáticas semejantes
a las nuestras y aprender unos de otros. Por ejemplo podemos
comentar la aplicación de alguna de las herramientas
que Internet pone a nuestro alcance:
Chat: no sirve únicamente para que nuestros alumnos
puedan comunicarse de modo informal, sino que además
a través de esta utilidad se proponen debates en los
cuales los alumnos reciben previamente una notificación
del tutor en la cual se les avisa del tema a tratar y de los
distintos horarios a escoger. En función de esto los
alumnos tienen unos días para preparar la actividad,
se apuntan en el horario que mejor les va y, el día
del chat, tienen la oportunidad de discutir con otros compañeros,
en grupos reducidos, bajo la supervisión y orientación
de un experto sobre un tema relacionado con el contenido del
curso que estudian.
Correo electrónico: esta es la aplicación más
conocida en la formación on line, ya que permite que
los alumnos puedan dirigir preguntas a sus profesores o contactar
con otros compañeros de curso. La mayor ventaja que
aporta es que podemos enviar el mensaje en cualquier momento,
aunque un buen modelo de formación limita el tiempo
de demora en la respuesta a una consulta: en la EVE determinamos
un máximo de 48 horas para que el profesor/a conteste
las preguntas que recibe. Pensamos que un incremento en este
tiempo puede ocasionar el temido sentido de soledad.
Foro de debate: la aplicación académica de esta
herramienta (la lúdica ya está bastante extendida)
se destina por ejemplo a actividades en las que se desarrollan
técnicas de negociación. El primer mensaje en
este caso lo envía el tutor, el cual establece unas
bases o instrucciones para la negociación, cada alumno/a
ha de asumir un rol y tomar una posición determinada;
a partir de aquí se van sucediendo los mensajes entre
unos y otros hasta que llegan a un acuerdo o se rompe la negociación.
Actividades como las que apunto son sólo un ejemplo
de lo que se puede hacer con estas herramientas que por sí
solas no aportan ningún valor añadido. Si nos
fijamos en otras empresas o instituciones que también
disponen de un espacio virtual destinado a la formación
veremos un poco más de lo mismo, es decir, un medio
en el que se incluye la publicación de documentos (en
web o formato PDF) y una serie de aplicaciones a las cuales
se accede a través de un "navegador".
Pero si no se explota el medio, en principio no deja de ser
un espacio muerto. De nuestra iniciativa dependerá
que los alumnos se encuentren realmente motivados para participar
en las actividades propuestas y sobretodo que la persona que
comienza un curso realmente lo acabe; no podemos perder en
el camino a un 90% de los participantes (como pasa en muchas
experiencias). En este sentido, tan solo apuntar que nuestro
MBA-d, un Master en Administración y Dirección
de Empresas a través de Internet y que en octubre comenzó
su V Edición, presenta un índice de abandono
que ronda el 10%, con lo que hemos invertido la tendencia
y nos hace sentir muy orgullosos de la satisfacción
de nuestros alumnos.
A todo esto hemos de añadir el prestigio que aporta
la institución que acredite las titulaciones. Y es
que al seleccionar un master o postgrado deberíamos
fijarnos en cuatro aspectos básicos: programa y metodología,
duración, profesorado y titulación.
Lo dicho hasta ahora pretende fomentar la reflexión
y apuntar que si bien actualmente han aparecido gran cantidad
de ofertas que publican su catálogo de "cursos
virtuales", en poco tiempo se producirá una selección
natural y, si la lógica se cumple, únicamente
permanecerán aquellas que logren disponer de unos materiales
didácticos de calidad, unos tutores con experiencia
profesional y docente, una web interactiva que invite a la
conexión y, por supuesto, una serie de actividades
que fomenten el trabajo en grupo y, por lo tanto, incrementen
el sentido de colectividad.
¿Significa esto que tenderán a desaparecer
otras modalidades de formación como las que usan el
vídeo, la "enciclopedia" o incluso la formación
presencial? Decididamente no, simplemente seleccionaremos
una u otra en función de las necesidades y siempre
pensando en el destinatario final: de nada sirve preparar
un curso fantástico en formato CD cuando los alumnos
potenciales no disponen de ordenador. Pero sí está
claro que Internet está creciendo de manera vertiginosa,
cada vez son más los hogares que disponen de ordenador
conectador a la red, nuestros hijos ya no pertenecen a la
generación "X", sino a la generación
web, nos estamos acostumbrando a los medios interactivos y,
en consecuencia, cualquier canal pasivo tenderá a la
autoexclusión. Cualquier modelo de formación,
en consecuencia, deberá presentar unos mínimos
requisitos, ya son muchas las escuelas de negocios basadas
en la formación presencial que ofrecen a sus alumnos
y exalumnos la posibilidad de disponer de correo electrónico
o de acceso a un espacio virtual para mantenerse en contacto
con otras personas de intereses semejante. Y es que no debemos
excluir un modelo y descartar los demás, sino escoger
lo mejor de cada uno y complementar uno con otro en caso necesario,
sin olvidar que el gran beneficiado ha de ser nuestro cliente
el gran protagonista.
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